El jugador de origen suizo militó una sola temporada en el CD Tenerife, para luego hacer carrera en clubes punteros de Alemania, y jugar dos Mundiales y una Eurocopa con la ‘ Die Mannschaft’.
Segundo delantero, mediapunta o centrocampista ofensivo por cualquiera de las dos bandas, Oliver Patric Neuville (Locarno, Suiza, 1973) se formó en el Gamabargno y el Locarno, antes de acceder al profesionalismo, en 1992, firmando por el Servette FCG. Con el equipo ginebrino disputó un amistoso en la Isla que terminó de convencer al CD Tenerife, en el que fichó en el verano de 1996.
Bajo las órdenes de Jupp Heynckes, formó parte de la plantilla que rozó la final de la Copa de la UEFA 97 y, completó un buen rendimiento como blanquiazul (43 partidos, 25 como titular, y cinco goles). La llegada de delanteros contrastados como el portugués Domingos y el holandés Makaay pondría punto y final a su periplo en la Isla.
Así que el CD Tenerife vendió a Neuville al Hansa Rostock, equipo de la Bundesliga, que ese año entrenaba Ewald Lienen, ayudante de Heynckes en su etapa en la Isla. En el cuadro de la ciudad hanseática explotó y en menos de un año debutó con la selección de Alemania. Sería 69 veces internacional con la Die Mannschaft, con la que marcó diez goles.
Por el camino, disputó dos Campeonatos del Mundo (2002 y 2006), anotando en ambas citas, y la Eurocopa de 2008, de la que fue subcampeón tras tropezarse con el legendario gol de Fernando Torres en el Parken de Viena. Antes, en la final de Corea-Japón 2002 fue, de largo, el mejor jugador de su equipo, pese a perder (0-2) ante el Brasil de Ronaldo, Rivaldo y Ronaldinho.
Para entonces, Neuville ya jugaba en el Bayer Leverkusen, en el que estuvo un lustro. Disputó 165 partidos de la Bundesliga, marcó 42 goles y jugó una final de la Champions League ante el Real Madrid. Luego, y durante media docena de años fue ídolo en el Borussia Mönchengladbach, al que lideró en su retorno a la máxima categoría, ya con 35 años, al firmar 34 partidos y 15 goles en el curso 07/08.
El mes de mayo de 2010, los 54.000 espectadores que acudieron al Borussia-Park le despidieron con una colosal ovación en su despedida de Die Fohlenelf (los once potros). Debía quedarse en el club como técnico, pero ese verano recibió una llamada de Ewald Lienen y se fue al Arminia Bielefeld, de la Bundesliga 2, con el que volvió a hacer goles con su eterno aspecto aniñado y sus cualidades habituales: velocidad, habilidad y listeza… Igual que siempre, aunque con mucho menos pelo.